En la teoría, Business Intelligence define a los procesos que transforman los datos en información relevante y posteriormente en conocimiento que fundamenta decisiones.
En otras palabras, Business Intelligence trata de una estructura cónica de trabajo —y pensamiento— que interpreta los grandes almacenes de data que toda compañía obtiene en sus operaciones para darle significado y extraer aprendizajes aplicables a su estrategia.
Sentado esto, es importante entender que no se trata de una fórmula ni receta, ni tampoco depende de herramientas tecnológicas super complejas. Es un proceso, un cambio de paradigma a la hora de observar, medir y decidir.
Es más, si nos convertimos en filósofos e historiadores por un instante podríamos decir que se trata de un proceso ligado a la naturaleza humana.
Pongamos como ejemplo las estrellas. Podrías mirar el cielo y observarlas por su atractivo visual, dibujar un mapa, ponerles nombre, y hasta podrías crearte un hábito diario de monitoreo, para simplemente chequear si hubo alguna constelación que cambió de ubicación (según tu perspectiva), pero nada de eso sería útil.
Sin embargo, imaginemos que te encuentras en medio del océano comandando un navío, sin tecnología y con la necesidad de llegar a buen puerto. En ese caso, el ojo experto podría convertir las estrellas en información sobre posición actual y destino.
El cielo, el viento, el terreno… son datos que el ser humano promedio puede pasar por alto, pero un experto puede usar en su favor. Tal y como el filósofo y estratega militar, Sun Tzu, enseñó hace miles de años:
“Si conoces al enemigo y a ti mismo, no debes temer el resultado de un ciento de batallas (…) sólo cuando conoces cada detalle de la condición del terreno puedes maniobrar y luchar”
En Business Intelligence existen un sinfín de herramientas que permiten la medición y atribución de datos; mucha teoría sobre cómo extraer información de dichos datos, y miles de profesionales calificados para presentar esa información de forma hermosa. No obstante, lo más relevante para el éxito de cualquier empresa es forjar una mentalidad estratégica que entienda la importancia de establecer objetivos medibles antes de comenzar con un plan. Que vea las oportunidades escondidas en miles de métricas y cifras alfanuméricas.
Entonces, cuál sería nuestro consejo a la hora de construir esta filosofía de pensamiento:
Antes de acabar queremos recordar otra frase que el gran Sun Tzu recitó hace dos milenios:
“Los guerreros victoriosos primero ganan y después van a la guerra, mientras que los guerreros vencidos primero van a la guerra y después buscan ganar”.
Trasladando esta enseñanza al más puro capitalismo, podríamos concluir que si mides correctamente y obtienes una mentalidad experta en el análisis, podrás predecir el comportamiento de tus clientes, anticipar cualquier problema y transmutar el conocimiento en poder.
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